La imagen de un safari de la mayoría de las personas casi siempre implica conducir por África en una Land Cruiser 4x4, segura contra cualquier incidencia, pero algunas aventuras de safari te permiten caminar a pie, acercándote lo más posible a la naturaleza.

Atravesar la sabana africana en un vehículo te permite ver más animales, pero explorar a pie te brinda una conexión más profunda e íntima con tu entorno. Muchas personas dudan en caminar por la sabana porque prefieren la comodidad y la seguridad sus 4x4. Si bien las posibilidades de encontrarte en una situación de peligro son bajas, no hay duda de que es mucho más fácil escapar de un rinoceronte en un automóvil que a pie. Pero nuestros guías están increíblemente calificados y, en caso de que surja una situación complicada, está armado. Es el tipo de persona con la que posiblemente no te sientas inseguro, ellos han caminado estos senderos desde que comenzaron a caminar. 

El objetivo de un safari a pie no es el avistamiento de animales tanto como sea posible, sino experimentar la naturaleza de una manera más consciente. A medida que nos abrimos paso a través de la hierba alta, nos topamos con varios avistamientos que normalmente no estaríamos atentos en un game drive: huellas de animales, excrementos, plantas pequeñas e insectos. Es una caminata pacífica, bastante exigente, a un ritmo cómodo, como si estuviera emprendiendo una caminata matutina enérgica. Podemos escuchar el viento a través de los árboles y los pájaros llamándose unos a otros, cosas que quizás no notemos por el fuerte sonido del motor de un vehículo. Una o dos horas en el paseo, nos encontramos con un río en medio de un valle profundo. De pie en las orillas altas, muy por encima del agua, divisamos un elefante. Luego dos, luego tres, luego toda una manada. Se dirigen silenciosamente hacia la orilla del río, donde los bebés chapotean y los adultos beben. Estamos a favor del viento y en el lado opuesto del río, por lo que no hay necesidad de sentirnos ni un poquito nerviosos. Nos sentamos y miramos con asombro. Simplemente existimos con estas criaturas antiguas a medida que avanzan en su vida diaria. Y así, se han ido, silenciosamente haciendo su camino de regreso por la resbaladiza orilla del río hacia el monte. Veinte minutos más tarde y nos habríamos perdido todo.

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Cuando volvemos al campamento, es de noche, así que nos reunimos alrededor de la fogata, observamos un atardecer africano perfecto y hablamos sobre los avistamientos del día. No vimos a un león matando, ni a un guepardo corriendo por la hierba, pero tuvimos el privilegio de compartir una experiencia mágica con elefantes.
 

Cuando me retiro a mi cuarto para la noche, puedo oler la fogata en mi ropa y la citronela en mi piel. Mis piernas se sienten pesadas, pero no cansadas. Puedo escuchar los grillos y la débil llamada de un animal en la distancia. No hay televisión que me distraiga, ni Internet ni Instagram. Y de repente todo se siente muy crudo y muy real. Por eso seguimos caminando en safaris.